no dejes que te impongan a quien querer

no dejes que te impongan a quien querer

lunes, 25 de agosto de 2008

El "Coming Out" o Salir del Clóset.



Una vez que has descubierto que tu sexualidad difiere a la de tus compañeros en la escuela, a la que te enseñaron tus papás en casa y la que ves exhibida continuamente en el cine y la televisión, lo más difícil es tratar de que esa diferencia no sea tan notoria como para que los demás la vean. Mientras que a tu alrededor florecen los comentarios en contra de los homosexuales y bisexuales y sus formas de amar, la única certeza clara es que no te conviene que “se note” que tu amas de esa manera distinta. Consecuentemente, ingresas tu estilo de vida a la discreción del clóset.

Usualmente se le llama “estar en el clóset” a vivir una vida muy discreta en la que no integras tu homosexualidad con las otras esferas de tu vida, tales como la escuela, la familia, el trabajo y etcétera; estando en el clóset te encargas de que prácticamente nadie se entere de que eres una mujer o un hombre gay, evitando enfrentar así determinadas situaciones por demás incómodas. Esto te lleva consecuentemente a un continuo discernimiento acerca de que personas van a volverse excepcionalmente partícipes de tu estilo de amar, y de que personas continuarán ignorando que eres homosexual. Mientras más personas haces partícipes de esto, más fuera del clóset estás, y mayor libertad adquieres para vivir tu sexualidad.

La discreción en torno a la sexualidad que no es heterosexual, usualmente tiene más que ver con la prudencia que con cualquier otro factor, pues es una especie de reflejo automático que se activa frente a las primeras evidencias del propio homoerotismo. Con el paso del tiempo y la exploración por ensayo y error, los hombres y las mujeres homosexuales van descubriendo que pueden esperar de la gente a su alrededor, cuales suelen ser las reacciones de solidaridad, discriminación, comprensión, indiferencia, cariño o etcétera, que pueden esperar de tales o cuales personas, y con base en ello deciden abrirse paulatinamente y compartir plenamente su estilo de vida, incluyendo su orientación homosexual.

Esto es “salir del clóset”, que si bien se maneja de ordinario como un solo acto que se ejecuta luego de una concienzuda reflexión personal, podemos afirmar que más bien corresponde a un proceso continuo de elecciones, cada cual de ellas según la persona con la que se interactúa y según el escenario muy específico del que se trata; es decir, abrimos nuestra orientación sexual para las personas que nos son significativas, aquellas con quienes nos interesa establecer intimidad, como nuestros familiares, nuestros amigos y demás.

En general, difícilmente podremos encontrar una persona, mujer u hombre, que se encuentre globalmente fuera del clóset: en el trabajo, con la familia, en la escuela. Existen escenarios donde revelar esta diferencia sexual puede resultar socialmente contraproducente, dando pie a un trato hostil o franca discriminación por parte de nuestro interlocutor en un contexto dentro del que tendríamos mucho que perder, quizá como en nuestro empleo o en una oficina para realizar un trámite importante. Cotidianamente cada persona evita mostrar algo de sí para poder interactuar con los demás: hay quienes no mencionan que son mormones sino hasta que son invitados a una ceremonia católica, otros omiten no gustar de los perros frente a miembros de alguna asociación canófila, y algunos simplemente evitan conversar sobre ciertos temas que saben que llevarán la convivencia a una situación incómoda, como suele suceder con la política, el fútbol y la religión. Es una cuestión de diplomacia.

Mantenerse dentro del clóset posee sus ventajas: a quien es homosexual no se le cuestiona por serlo, ni se le da un trato diferente, dado que los demás asumirán a priori que se trata de alguien heterosexual. Sin embargo tendrá que lidiar con las ocasiones en las sus amigos le presenten un amigo o una amiga, dado que constantemente le ven sin pareja, o en las que la conversación termina por girar en torno a las relaciones entre ambos sexos; pero si se es hábil, no existirá mayor problema.

Lo que resulta un problema mayor, es cuando se trata de la gente que sí importa quien quiere presentarle un amigo a quien se desconoce que es una chica homosexual, o le preguntan por su novia, con sincero interés, al hombre gay del que desconocen su orientación. Con el paso del tiempo, la necesidad de mentir a la gente que se desea emocionalmente cerca, es una incomodidad que crece paulatinamente; mientras contrariamente, existe también la necesidad de compartir las experiencias buenas que suceden en torno al corazón y los amores, e igualmente las situaciones que no son tan buenas en este terreno de los afectos. El clóset protege eficientemente, pero también aísla.

Las personas que mantienen sus vidas inmersas completamente en el clóset, finalmente se sumergen en un aislamiento que se traduce en soledad y en una creciente desconexión con los demás. Compartir es parte de la naturaleza humana, pero el ser humano también implica elegir con quién es que se comparte; tratándose de la propia sexualidad homoerótica, la misma elección es indispensable para incluir en nuestra vida a las personas que específicamente se lo han ganado, o con quienes simplemente se nos antoja compartir. Hacerlo es una decisión personal que nadie puede cuestionar.